Un año más, y esos típicos balances y sus: "Espero que el próximo año sea mucho mejor". Los balances no son más que una opinión subjetiva de nuestro año, intentando engañar a nuestra conciencia para que el año que viene aquellos momentos en los que hemos fallado no vuelvan a suceder. No te engañes, lo que tenga que suceder, sucederá. Sea malo o bueno. Creo que deberíamos ser un poco más comedidos con los años y no sólo centrarnos en aquello que algún día nos quitó la ilusión, la esperanza o nos borró la sonrisa con lágrimas y decepciones.
Me apuesto lo que quieras a que todos los días, en algún momento, has sonreído. Da igual si mucho o poco, o ha sido un atisbo de felicidad.
Inconformistas, eso es lo que somos. De lo malo se aprende y lo bueno se recuerda.
Quizás mi año haya tenido más anécdotas que contar y menos personas a las que felicitar un año nuevo, o quizás más. He descubierto personas maravillosas y he reducido el concepto 'amor', he sufrido decepciones pero he sufrido placenteramente de la felicidad y de esos pequeños detalles que, al recordarlos, me recuerdan que la vida no es tan puta como me la pintaban.
No sé, si es la mejor despedida pero sí el mejor resumen. Un 2013 que se empieza a escapar de las manos y que ya no se puede volver a agarrar. Tal vez, el 2014 lo disfrutemos más si nos centramos en ser felices y sin el miedo al ¿qué pasará? Lo bonito de la vida, es que ella misma es una sorpresa.
Feliz Nochevieja
y
Feliz Año 2014